La melatonina es una hormona que
se encuentra en animales superiores y en algunas algas. Se sintetiza a partir
del triptófano vía serotonina y se produce –principalmente, aunque no de forma
exclusiva-, en la glándula pineal (cerebro).
Participa en una gran variedad de
procesos celulares, neuroendocrinos y neurofisiológicos y cada vez se la
relaciona con más procesos de gran importancia en nuestro organismo.
Tradicionalmente se la relaciona con los ritmos de vigilia-sueño, ya que se
produce en oscuridad a través del ojo enviando señales nerviosas que van a
través de estructuras anatómicas cerebrales (tracto retinohipotalámico, núcleo
supraquiasmático, ganglio cervical superior), a la glándula pineal, en donde finalmente
se produce melatonina.
Todos conocemos la relación de la
melatonina con los ciclos actividad-sueño, pero tiene muchas funciones que
alcanzan diversos órganos. En ratones, los receptores de melatonina parecen ser
importantes en los mecanismos de aprendizaje y memoria, y la melatonina puede
alterar los procesos electrofisiológicos asociados con la memoria, como la
potenciación a largo plazo (LTP). Además, la reducción de la melatonina con la
edad promueve envejecimiento al reducir la función neuroendocrina y la
eficiencia del sistema inmune. La melatonina mantiene la longevidad por
promover la función inmune y prevenir el deterioro de la fisiología tiroidea
que aparece con la edad. Se ha visto que la administración de melatonina en el
agua de bebida a ratones aumenta significativamente su supervivencia y los
mantiene en un estado más juvenil.
En el hombre, como es lógico, el
efecto de la melatonina es mucho más complejo de modo que se la relaciona con
efectos neuroprotectores y antienvejecimiento, influye sobre el sistema
inmunológico, sida, cáncer, envejecimiento, enfermedades cardiovasculares, cambios
de ritmo diarios, sueño y afecciones psiquiátricas (y otras muchas..).
Por otro lado, el patrón rítmico
de melatonina es esencial, de modo que cuando se deteriora, aparecen el
envejecimiento y otras alteraciones asociadas. No es extraño semejante
despliegue de actividad por este compuesto ya que actúa directamente en la
mitocondria protegiéndola del daño oxidativo, regulando la actividad de la
cadena transportadora de electrones y la fosforilación oxidativa, aumentando el
transporte electrónico y la síntesis de ATP, además de proteger el ADN del daño
oxidativo.
En el hombre, su producción en la
glándula pineal disminuye a partir de los treinta y cinco años y decae en un
25% a partir de los 40 años, momento en que comienzan a aparecer los signos del
estrés oxidativo y nitrosativo que se agudizarán cuanto mayor sea el déficit de
esta hormona que regula el ritmo circadiano.
La melatonina es fácil de
administrar, rápidamente absorbida y metabolizada. Sus características
farmacocinéticas hacen que su uso no presente adicción ni tolerancia, ya que
tiene una vida media de unos 20 minutos. Cuando se trata de prevenir el
envejecimiento la dosis de melatonina exógena tiene que incrementarse con la
edad, hacia los 40 años se comienza con 3-5 mg diarios, que subirán hasta 10
entre los 50 y los 55 años. A partir de los 60-65, y hasta el final de la vida,
se administran como mínimo 15 mg.
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