miércoles, 4 de diciembre de 2013

Melatonina



La melatonina es una hormona que se encuentra en animales superiores y en algunas algas. Se sintetiza a partir del triptófano vía serotonina y se produce –principalmente, aunque no de forma exclusiva-, en la glándula pineal (cerebro). 
 
Participa en una gran variedad de procesos celulares, neuroendocrinos y neurofisiológicos y cada vez se la relaciona con más procesos de gran importancia en nuestro organismo. Tradicionalmente se la relaciona con los ritmos de vigilia-sueño, ya que se produce en oscuridad a través del ojo enviando señales nerviosas que van a través de estructuras anatómicas cerebrales (tracto retinohipotalámico, núcleo supraquiasmático, ganglio cervical superior), a la glándula pineal, en donde finalmente se produce melatonina.

Todos conocemos la relación de la melatonina con los ciclos actividad-sueño, pero tiene muchas funciones que alcanzan diversos órganos. En ratones, los receptores de melatonina parecen ser importantes en los mecanismos de aprendizaje y memoria, y la melatonina puede alterar los procesos electrofisiológicos asociados con la memoria, como la potenciación a largo plazo (LTP). Además, la reducción de la melatonina con la edad promueve envejecimiento al reducir la función neuroendocrina y la eficiencia del sistema inmune. La melatonina mantiene la longevidad por promover la función inmune y prevenir el deterioro de la fisiología tiroidea que aparece con la edad. Se ha visto que la administración de melatonina en el agua de bebida a ratones aumenta significativamente su supervivencia y los mantiene en un estado más juvenil.

En el hombre, como es lógico, el efecto de la melatonina es mucho más complejo de modo que se la relaciona con efectos neuroprotectores y antienvejecimiento, influye sobre el sistema inmunológico, sida, cáncer, envejecimiento, enfermedades cardiovasculares, cambios de ritmo diarios, sueño y afecciones psiquiátricas (y otras muchas..).

Por otro lado, el patrón rítmico de melatonina es esencial, de modo que cuando se deteriora, aparecen el envejecimiento y otras alteraciones asociadas. No es extraño semejante despliegue de actividad por este compuesto ya que actúa directamente en la mitocondria protegiéndola del daño oxidativo, regulando la actividad de la cadena transportadora de electrones y la fosforilación oxidativa, aumentando el transporte electrónico y la síntesis de ATP, además de proteger el ADN del daño oxidativo.
En el hombre, su producción en la glándula pineal disminuye a partir de los treinta y cinco años y decae en un 25% a partir de los 40 años, momento en que comienzan a aparecer los signos del estrés oxidativo y nitrosativo que se agudizarán cuanto mayor sea el déficit de esta hormona que regula el ritmo circadiano. 

La melatonina es fácil de administrar, rápidamente absorbida y metabolizada. Sus características farmacocinéticas hacen que su uso no presente adicción ni tolerancia, ya que tiene una vida media de unos 20 minutos. Cuando se trata de prevenir el envejecimiento la dosis de melatonina exógena tiene que incrementarse con la edad, hacia los 40 años se comienza con 3-5 mg diarios, que subirán hasta 10 entre los 50 y los 55 años. A partir de los 60-65, y hasta el final de la vida, se administran como mínimo 15 mg.

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