lunes, 29 de junio de 2015

La sarcopenia, ¡Ay la sarcopenia!



Se han identificado numerosos factores en la fisiopatología de la sarcopenia, que es una disminución de la masa muscular con la edad que lleva a incapacidad y lesiones al producirse caídas por dicho deterioro y que es un importante predictor de la fragilidad (fracturas de cadera, discapacidad y mortalidad). Dentro de estos factores se incluyen alteraciones genéticas, defectos mitocondriales, disminución de hormonas anabólicas (por ejemplo, la testosterona, la vitamina D, hormona de crecimiento y el factor de crecimiento semejante a la insulina IGF-1), exceso de citocinas inflamatorias, resistencia a la insulina, disminución de la ingesta de proteínas y la ausencia de actividad física. 

 


Pues bien, en estos últimos años se ha incrementado notablemente nuestra comprensión sobre los mecanismos moleculares implicados en esta patología, lo que da como resultado un aumento marcado en potenciales objetivos futuros para el tratamiento de la sarcopenia. En la actualidad, el ejercicio físico (de sobrecarga), la administración de suplementos de proteínas y vitamina D, se han establecido como el tratamiento básico de la sarcopenia. Al mismo tiempo, sabemos que altas dosis de testosterona aumentan la energía y la función muscular, pero tienen una serie de efectos secundarios limitantes. Otros fármacos, en desarrollo clínico, incluyen moduladores selectivos de receptores androgenicos (SARMs), agonistas de grelina, anticuerpos miostatina, receptor de activinas tipo II (ACVR2 o ActRIIA), inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, antagonistas beta, y activadores de troponina del músculo esquelético rápido.

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