¿Que ocurre cuando se practica el llamado deporte de fin de semana?
Hay que tener en cuenta que lo
que buscamos con la realización de una actividad física programada es la
adaptación a los cambios que el esfuerzo físico produce en el organismo. El
ejercicio precisa contracciones musculares, movilización de huesos y
articulaciones, aumento de la respiración para satisfacer la demanda de oxígeno
por los músculos e incremento de la circulación para transportar ese oxígeno
extra. También genera una rotura del equilibrio general del organismo, de
hecho, la mayor exigencia de energía proporcionada a través del metabolismo
energético provoca la aparición de una “fuga de electrones” en la principal vía de obtención de energía
por el organismo, la llamada cadena transportadora de electrones. Esa fuga de
electrones genera radicales libres y oxidación.
Nuestro cuerpo está preparado por
la evolución para hacer frente a esas alteraciones que produce el esfuerzo
físico. Nos adaptamos mejorando nuestro sistema respiratorio, circulatorio,
osteo-muscular, metabólico y hormonal. Incluso ese mayor estrés oxidativo lo
combatimos con antioxidantes movilizados por nuestro organismo para evitar el
daño provocado por esas especies reactivas de oxígeno causantes, entre otras
cosas, de envejecimiento.
Para que esta adaptación se
produzca, el cuerpo debe ser sometido periódica y regularmente a ese esfuerzo
físico moderado del que hemos hablado. Si no damos tiempo a la adaptación, el
organismo cada vez que se enfrente al esfuerzo físico lo hará sin preparación,
sin adaptaciones, sin defensa. El resultado será un estrés circulatorio para el
que no se está preparado, lo que provocará riesgo de arritmias y eventos
coronarios graves, lesiones óseas (fracturas) y musculares (roturas
musculares), esguinces articulares y oxidación y envejecimiento.
Es un enorme contrasentido que
quien ha estado inactivo cinco días seguidos, dedique horas de esfuerzo intenso
a correr, ir en bicicleta, jugar al tenis o esquiar el sábado y domingo con la
intención de conseguir el beneficio de la actividad física, y acabe
encontrándose, por desconocimiento, con lesiones, riesgos cardíacos, estrés oxidativo
etc.
Nuestro grupo ha demostrado que,
curiosamente, no es el deportista entrenado el mayor beneficiario de los
conocimientos actuales sobre ayudas ergogénicas como la ingesta de
antioxidantes, sino el “deportista de fin de semana”, ya que al contrario del
sujeto bien entrenado, el que practica esfuerzos intensos sin la preparación
suficiente no tiene capacidad antioxidante propia y se ve muy beneficiado de la
ayuda exógena.
La recomendación que habría que
hacer al amplio colectivo de personas a las que les gusta la actividad física y
los deportes, pero que solo disponen del fin de semana para realizarlas, es que
escojan otros dos días intrasemana y realicen media hora de bicicleta
ergométrica en casa, o de carrera continua, o una tabla de ejercicios que dure
unos cuarenta minutos y mantenga el ritmo de pulsaciones entre 120 y 130
latidos por minuto. Esto unido a una actividad de sábado y/o domingo razonable,
sin grandes excesos y acompañada de la ingesta de un complemento rico en
antioxidantes, les permitirá obtener una adaptación orgánica adecuada con el
beneficio indiscutible de la actividad física.
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